miércoles, 27 de julio de 2011

Ese cosquilleo

Todos los días la misma rutina. Despertar por la mañana intentando saber si voy a verte. Levantarme rápido de la cama porque siento esa energía que alimenta mi corazón. La energía que le transmite mi cerebro al recordar que, un día más, nuestras miradas se van a volver a cruzar. Mi mente se transporta a la hora y el lugar.Salgo a la calle y mi mirada te busca, mi corazón te busca, hasta mi nariz busca ese olor especial, tu aroma. Mi piel imagina el roce de tu piel, y mis oídos sueñan con el susurro de tu voz.
En el camino pienso en lo que puedo hacer para hablar contigo; en si ese día estarás contento, triste, enfadado, cansado, si, seguramente estarás cansado como siempre…; en si por casualidad te habrás cortado el pelo o afeitado; hasta en el color y la forma de la camiseta que lleves… Hasta que llega el momento, y en el lugar más inoportuno, o en el momento más inesperado te veo. Nuestros caminos se cruzan y siento ese cosquilleo que llevo sintiendo tanto tiempo y del que ya me voy acostumbrando, las manos sudorosas, las mejillas sonrosadas, la sonrisa en la boca, y el brillo en los ojos.
Pero aunque siempre sea lo mismo, yo me sigo levantando cada mañana con la ilusión de volver a verte, como si sería la primera vez que te viera, y con las mismas ganas de hablar contigo, reírme contigo y pensar en ti cada segundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario